El monasterio de La Oliva
Interior iglesia abacial
Una vez atravesado el umbral de la portada principal, la contundencia del espacio, su longitudinalidad, la calidad de los tendeles y bóvedas, y la indefinición de los rincones oscuros, sobrecogen. El interior de la abacial es imponente y monumental. Al fondo, destaca la belleza y luminosidad de la capilla mayor y su cuerpo de ventanas, mientras el resto del edificio queda sumido en las sombras (especialmente la nave norte) y fuertes contrastes de luz. Supera los 70 metros de longitud, por unos 14 metros de altura para la nave mayor. Sus dimensiones son extraordinarias. Tras la abacial de Fitero, iniciada poco después, será el templo más longitudinal erigido nunca Navarra. Desde el punto de vista del imaginario medieval, la abacial era el edificio más importante del monasterio; el espacio donde los monjes, a través de sus cinco rezos canónicos, sustanciaban su papel mediador. La vida monástica fue reintroducida en el monasterio a partir de 1927.
En La Oliva, a la cabecera con cinco capillas en batería se unen un crucero muy longitudinal de cinco tramos, y un cuerpo eclesial dividido en tres naves de seis tramos. La nave principal prácticamente dobla las dimensiones de las laterales, planteando, como va a ser relativamente habitual, la proporción 2:1 (dupla). Pilares, muros y estribos se planean sobredimensionados, siendo especialmente interesantes los primeros, de núcleo cruciforme con pares de semicolumnas adosadas a tres de sus frentes y columnas acodilladas, que anuncian la integración en el proyecto original de bóvedas de arcos cruzados.
Las cuatro últimas bóvedas de la nave central se cerraron con claves decoradas. Ya hemos aludido a la que lleva la cruz de Calatrava. Las otras tres presentan Agnus Dei, Cristo nimbado y águila. El águila se ha identificado con el emblema de Sancho el Fuerte. No sabemos si certifica la participación concreta del monarca en las obras de conclusión de la iglesia, sin soporte documental conocido, o si simplemente supone un reconocimiento general de protección y homenaje. Sea como fuere, el fallecimiento del rey en 1234 puede ser una buena referencia para considerar que entonces el templo estaba prácticamente concluido. Desde el inicio de las obras habían pasado unos 70 años, un lapso de tiempo largo pero habitual en este tipo de construcciones.