El monasterio de La Oliva
Vista exterior de la cabecera de La Oliva
Este es uno de los puntos de vista más atractivos y menos conocidos de la iglesia abacial. Nos encontramos al este del conjunto con la gran capilla mayor en el centro, las cuatro capillas laterales de cierre plano en la parte inferior, el gran crucero por encima, y en el centro, el cimborrio-campanario. Todo está muy bien trabado, con impostas y molduras continuas, que subrayan el arranque de las ventanas y asocian las poderosas series de contrafuertes.
Nos encontramos ante los elementos más antiguos del monasterio. Hay que recordar que, una vez preparada la parcela y señalizados sus principales elementos, las obras constructivas se iniciaban por las capillas laterales de la cabecera. Ésta era la primera fase de las obras. Por un "prontuario histórico" redactado durante el siglo XIX sabemos que la iglesia se consagró en 1198, tras 34 años de trabajos. Si aceptamos la información, las obras del nuevo monasterio se habrían iniciado en 1164. Es una fecha que concuerda bastante bien con las dinámicas constructivas de la orden. Tras unos años de asentamiento y fortalecimiento, la comunidad se embarca en el proyecto más ambicioso y costoso: la construcción del nuevo monasterio.
Pero volvamos a la vista de la cabecera. Los cinco ábsides en batería muestran el modelo más simplificado de las iglesias de la Orden (tipo Fontenay o Scala Dei), sustituyendo el ábside recto central por uno semicircular, más en consonancia con la arquitectura del románico pleno en la Península Ibérica. Las ventanas de las capillas laterales, dobles al exterior y de rosca única con parteluz al interior, concuerdan con las de la cabecera de Santo Domingo de la Calzada e Irache. En ese sentido, se ha valorado la posibilidad de que el maestro que realizara el diseño y primera fase constructiva de La Oliva fuera el mismo que pocos años antes, había iniciado la construcción de la catedral calceatense.