Retablo mayor de la parroquia de Roncal

El libro de cuentas de la parroquia de Roncal y un proceso litigado por el alcalde, jurados y concejo de la localidad contra el autor del retablo, Miguel de Garde, arquitecto avecindado en Sangüesa, proporcionan abundantes noticias sobre los avatares en la realización del mismo. La escritura de ajuste se firmó en enero de 1656 y el compromiso fijó el plazo de seis años para finalizar la obra. Como solía ocurrir, pasaron once años y estaba sin entregar, ante lo cual los de Roncal interpusieron las diligencias judiciales oportunas. Garde respondió que no lo hacía porque no se le pagaba lo pactado años atrás. En 1666 se asentó el pedestal de cantería y por fin, en 1677 se procedió a su tasación por dos de los grandes maestros del momento, José de Iturmendi y José de Huici e Ituren. Los pagos a Miguel de Garde se dilataron, cobrándose algunas cantidades por el cesionario del maestro don Juan Dionisio de la Hera y el cesionario de este último, Vicente Salvo. El dorado del retablo fue realizándose poco a poco. De la policromía del sagrario se hizo cargo Ildefonso Mendoza hacia 1716; en 1719, Joaquín Elizondo estofó las esculturas y relieves y, a mediados de la década de los veinte, se completó con el dorado de toda la arquitectura del retablo por los maestros Matías Moler  y el citado Ildefonso de Mendoza.

El retablo en su diseño resulta un tanto retardatario, dependiendo aún de los modelos tardorromanistas. Consta de banco con relieves entre dobles ménsulas de follaje, sendos cuerpos con tres calles divididas por columnas pareadas con el tercio inferior del fuste en zig-zag y el resto acanalado y el ático triple entre machones. La decoración carnosa y protobarroca se circunscribe a las hornacinas y los entablamentos.

La iconografía se compone de figuras de santos aislados, con la excepción de los relieves del banco en los que figuran las escenas de la Oración del Huerto y el Camino del Calvario. En el primer cuerpo flanquean al titular San Esteban los otros dos diáconos, San Vicente y San Lorenzo; en el segundo San Juan Bautista, San Sebastián y un obispo que quizás pueda identificarse con San Fermín y en el ático el Calvario con San Bartolomé y Santiago a los lados.