Ruta por los retablos del Roncal
Retablo mayor de la parroquia de Uztárroz
Estudiado por la profesora García Gainza, es obra de los maestros de Sangüesa Juan de Berroeta y Juan de Huici. Este último ensamblador y arquitecto, vecino de Lumbier, desarrolló una intensa actividad artística en Navarra desde Tudela a Ituren, llegando con sus proyectos hasta Guipúzcoa, en donde realizó el retablo de Oyarzun. Mantuvo una colaboración continuada y estrecha con el escultor de Sangüesa Juan de Berroeta, que dio fruto en los retablos de Tabar, Sada, Liédena, San Pedro de Gallipienzo y el que nos ocupa de Ustárroz. El mencionado Juan de Berroeta fue un escultor de Sangüesa, cuya actividad se documenta a lo largo de medio siglo (1589-1639). Se formó junto a su suegro, Nicolás de Berástegui, asimismo escultor que realizó obras en Aragón y Navarra, colaborando en numerosas ocasiones con el escultor Juan de Alli y el ensamblador Juan de Echenagusia. La última fase de su actividad coincide con la colaboración con el mencionado Juan de Huici, que se manifiesta en los retablos de Liédena, Sada y Uztárroz.
El dorado del retablo de Uztárroz fue realizado por el prolífico maestro Juan Andrés de Armendáriz, que en 1669 pidió que se procediese a su tasación, labor que hicieron Juan de las Heras y Pedro Bariain, estimándolo en 61.500 reales. Juan Andrés de Armendáriz (1619-1681), hijo de pintor, tiene obra documentada de dorado de numerosos retablos de la capital Navarra y de numerosas localidades de su ámbito. Como pintor de caballete únicamente se le conoce el lienzo realizado a instancias de la ciudad de Pamplona en 1657 para conmemorar el copatronato de San Fermín y San Francisco Javier sobre el Reino de Navarra, custodiado en el Ayuntamiento de Pamplona.
El retablo de Uztárroz (Roncal) estaría finalizado para 1635, año en el que Berroeta y Huici aparecen como acreedores de dos mil ducados en las rentas de la primicia parroquial. Adaptado en planta a la cabecera de la iglesia, se impone por la monumentalidad de su arquitectura, conformada por un banco, dos cuerpos y remate, estructurados por columnas de fuste acanalado y estriado y superposición de órdenes jónico y corintio. La decoración geométrica es abundante, a base de casetones, perlas que alternan con rosetas y follaje no naturalista. A ello hay que añadir la multiplicación de molduras en cajas y frontones, lográndose con ello una profusión ornamental del primer Barroco. Propio también de este momento es la escasez de los relieves, prácticamente reducidos al banco, en favor de la escultura de bulto, que cobra protagonismo, ocupando los compartimentos de todo el retablo. Destacan las figuras de San Andrés, San Roque y San Pedro de amplios volúmenes y expresivas cabezas.
El programa iconográfico es denso. En el banco encontramos los relieves de San Esteban, Entrada de Cristo en Jerusalén, San Marcos, Prendimiento, San Juan, San Mateo, la Adúltera, San Lorenzo, Resurrección de Lárazo y San Lucas. Las imágenes son las que ocupan el resto del retablo. En el primer cuerpo se suceden: San Sebastián, San Pedro, San Andrés y San Roque; en el segundo San Miguel, Santa Lucía, la titular Santa Engracia, Santa Bárbara y San Nicolás y en el ático San Antón y San Urbicio a ambos lados del Calvario.
No podemos dejar de destacar en él los dos grandes escudos que rematan las entrecalles, particularmente el de la monarquía española, que integra en el centro las armas de Navarra, siguiendo la costumbre después de la conquista e incorporación de Navarra a Castilla. Precisamente, la ejecución del escudo real fue un motivo de enfrentamiento entre las partes por el coste del retablo.
Archivos Parroquiales de Garde, Vidángoz, Isaba, Uztárroz y Roncal
Archivo Diocesano de Pamplona. Procesos
Archivo General de Navarra. Notaría de Roncal y Procesos
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