Historias de Hércules

En el basamento de la portada, distribuidos en tableros y netos, se representan 31 relieve historiados con temas relativos a los trabajos de Hércules, que alternan con animales y seres fantásticos y grutescos. Entre los temas relativos a Hércules encontramos alguno de sus trabajos más conocidos, como sus luchas contra el león de Nemea, la hidra de Lerna, el jabalí de Erimanto, las aves del lago Estinfalo o el gigante Gerión, así como otros no integrados en sus trabajos o formando parte secundaria de los mismos, como sus luchas contra el león de Citerón, el gigante Caco o el dios río Aqueloo, además de Hércules como alegoría de la fortaleza. Algunas de estas escenas las podemos poner en relación con su significado simbólico como alegorías de la lucha contra alguno de los pecados más frecuentes, como la soberbia, la lujuria o la avaricia. Esta interpretación de temas clásicos tamizados desde un punto de vista cristiano será una de las constantes del Renacimiento, y la figura de Hércules, el héroe clásico por antonomasia, se reconoce como una prefiguración de Cristo, en su calidad de héroe virtuoso que lucha contra el mal. Por lo que la presencia de estos temas en la portada de la iglesia habría que interpretarla desde una lectura de la victoria de la virtud sobre el vicio, del bien sobre el mal, encarnados por la figura de Cristo, nuevo Hércules, que con su muerte redime al hombre. Y las historias de Hércules se alternan con representaciones de grutescos, ángeles, niños, bucráneos, tarjas, animales y seres fantásticos, etc., entre los que se encuentran temas y monstruos marinos, que durante el siglo XVI tenían una simbología de inmortalidad. Estos temas servirán como ejemplo a los fieles de la actitud a seguir, y por ello se colocan en el basamento de la portada, para que sean fácilmente visibles, ya que simbolizan la esperanza de la vida tras la muerte, encarnada en la creencia en la Redención de los hombres alcanzada gracias a la muerte de Cristo.