Historia de una vocación
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Entrevista a los historiadores José Luis González Gullón y Santiago Martínez
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Amigos sacerdotes
José Miguel de la Virgen del Carmen
José Miguel de la Virgen del Carmen (Mariano Domínguez Alonso) fue un sacerdote carmelita descalzo nacido en 1884 en Besande (León). Ordenado en 1910, llegó a Logroño en 1917, donde fue prior hasta 1926, antes de trasladarse a Burgos. Falleció en Oviedo en 1942. En Logroño, tuvo un papel clave en la vida de Josemaría Escrivá, guiándolo en su discernimiento vocacional. Aunque le sugirió ingresar en los carmelitas descalzos, Escrivá comprendió que ese no era su camino. José Miguel, respetando su proceso, le animó a buscar un nuevo director espiritual.

Ciriaco Garrido Lázaro
Ciriaco Garrido Lázaro (1872-1949) fue un sacerdote riojano reconocido en Logroño por su dedicación al confesionario y su atención incondicional a enfermos y moribundos. Confesor de varias comunidades religiosas, en 1916 fue nombrado cuasi-penitenciario de La Redonda. Josemaría Escrivá lo conoció en 1918 y, aunque se sabe poco sobre su relación, su experiencia y consejo pudieron influir en el discernimiento vocacional del joven, quien comenzaba a ver con mayor claridad su llamado al sacerdocio. En honor a su labor, Logroño le dedicó una calle tras su muerte.

Gregorio Fernández Anguiano
Gregorio Fernández Anguiano (1878-1963) fue un sacerdote riojano que desempeñó un papel clave en el seminario de Logroño, donde fue Prefecto de Disciplina y luego vicerrector. Su labor influyó en la formación de los seminaristas, fomentando un ambiente de piedad. Josemaría Escrivá tuvo con él una relación de confianza que se mantuvo incluso tras su traslado a Zaragoza. En el verano previo a su segundo año en el seminario zaragozano, Escrivá atravesó una crisis vocacional, y Fernández Anguiano lo ayudó a recuperar la paz y la seguridad en su llamado, facilitando su reincorporación y consolidando su camino hacia el sacerdocio.

Daniel Alfaro Urriza
Daniel Alfaro Urriza (1886-1927) fue un capellán castrense que sirvió en África antes de establecerse en Logroño en 1917, donde fue capellán del Hospital Militar. Cercano a la familia Escrivá, tuvo un papel clave en un momento difícil para Josemaría Escrivá: administró los últimos sacramentos a su padre, ofició un responso en su entierro y ayudó con los gastos del funeral. Su relación con Josemaría se fortaleció durante las vacaciones estivales, cuando el joven seminarista regresaba a Logroño desde Zaragoza.

Calixto Terés
Calixto Terés (1875-1949) fue un sacerdote y docente en el Instituto de Logroño, donde dejó una profunda huella en la formación intelectual de Josemaría Escrivá. Anteriormente, había sido profesor en el seminario, pero dejó ese cargo para opositar a cátedra. Años después de la Guerra Civil, retomó el contacto con Escrivá, visitándolo en Madrid y recibiéndolo en Logroño cuando este regresaba a su ciudad natal.

Francisco Xavier de Lauzurica y Torralba
Francisco Xavier de Lauzurica y Torralba (1890-1964) fue un sacerdote y obispo con una destacada trayectoria académica y pastoral. Tras doctorarse en Filosofía, Teología y Derecho Canónico, fue profesor y director de Disciplina en el seminario de Logroño. Luego ocupó diversos cargos eclesiásticos, llegando a ser obispo de Palencia y arzobispo de Oviedo. Sobrino de Calixto Terés, entabló amistad con Josemaría Escrivá en Logroño y estuvo presente en el velatorio de su padre. Mantuvieron contacto en Valencia y, más tarde, durante la Guerra Civil, cuando Lauzurica era administrador apostólico de Vitoria.

Juan Soldevila y Romero
El cardenal Juan Soldevila y Romero nombró a José María Escrivá inspector del Seminario de San Francisco de Paula y, además, lo invitaba a visitarlo en su residencia.

Miguel de los Santos Díaz Gómara
Miguel de los Santos Díaz Gómara fue obispo auxiliar del cardenal Juan Soldevila y, al mismo tiempo, presidente del Real Seminario Sacerdotal de San Carlos. En su labor pastoral, prestó especial atención a Josemaría Escrivá durante su etapa de formación sacerdotal. Le confirió las órdenes mayores y le predicó los ejercicios espirituales previos a su recepción. Su acompañamiento y guía fueron fundamentales en la preparación de Escrivá para el sacerdocio.
