Los Arcos, de la reforma a la construcción de nueva planta

Hasta entrado el siglo XVI, cuando se construyó la antigua casa de la villa, las juntas municipales tuvieron lugar en el pórtico de la parroquial de Santa María y en el Hospital de Santa Brígida. Dicho primitivo ayuntamiento estuvo situado en la calle del Rancho hasta finales del setecientos, en el mismo solar que el actual.

En 1761 se pidió permiso al Real Consejo para hacer unas reparaciones urgentes en la casa consistorial antes de que se arruinase, y dos años después se presentó un proyecto para la reforma integral del edificio, que acabó reconstruyéndose en su totalidad siguiendo las trazas de Andrés García. Se hizo enteramente en piedra de sillería y ladrillo, con cadenas de sillar en las esquinas. Terminado en 1766, fue reconocido en 1767. Coronó la obra la colocación del escudo de armas de la villa, fechado de 1769 aunque colocado un año después.

Su tipología encaja perfectamente en el modelo de palacio o mansión señorial que en los siglos barrocos se levantan abundantemente en la villa, construidos como bloques cúbicos horizontales articulados en tres pisos: el primero de ellos en piedra; el resto en ladrillo. Los huecos de la fachada principal se abren ordenadamente y el ornato se reserva especialmente para la portada, con herrajes, el gran balcón de hierros abalaustrados y los ostentosos escudos magníficamente decorados.

La primera planta está realizada en excelente sillar y se articula por medio de cinco pilastras toscanas lisas. A un lado abrieron una sencilla puerta adintelada y una ventana para la carnicería con placas de piedra formando orejetas. En la zona más noble está la portada principal en el centro, flanqueada por pilastras y con dos ventanas rectangulares con marcos lisos de orejeta a cada lado. Es digna de resaltar la profusa molduración abocelada que corre el hueco rectangular de la puerta, dibujando orejetas en la parte baja, en las esquinas superiores y un semicírculo en el centro. La puerta de ingreso, de una sola hoja, pero con otra más pequeña, lleva buenas labores de herrería con clavos romboidales.

La segunda planta es enteramente de ladrillo en hiladas regulares y en los extremos hay una cadena de piedra de sillar. En ella abrieron cuatro vanos adintelados que llevan las labores de ladrillo y arco de descarga en círculo, y una buena carpintería con paneles. Sobre una moldura y saliente cornisa de piedra colocaron los balcones corridos de hierro: uno que apenas sobresale en la zona de la carnicería y el otro que abarca los otros tres huecos, sobre vástagos en forma de “s”, y con el barandillaje formado por balaustres rematados en seis bolas de bronce.

El ático es de poca altura y se une a la primera sin separación alguna. En alto, sobre el vano central, luce un escudo de piedra rococó, recuadrado en sencilla moldura, con las armas de la villa. Remata la fachada en una cornisa de ladrillo en la que apea un elegante alero compuesto de canes de buena labor decorativa.