Miranda de Arga, ni palacio ni Colomo

Miranda de Arga preserva dos sedes consistoriales. La antigua, construida a comienzos del siglo XIX y biblioteca pública desde 2005, se encuentra parcialmente conservada y se sitúa en el casco histórico junto a la iglesia y la torre del reloj. Con anterioridad a la reforma, contaba con un muro exterior en piedra y su fachada principal se encontraba enfoscada y pintada. El conjunto se articulaba en tres plantas y una pequeña bajocubierta.

La actual sede, restaurada a finales del siglo XX, se conoce como palacio “de las torres” o “de Colomo” y data de finales del siglo XVII. Sin embargo, no gozó de la categoría jurídica de palacio, aunque sí contó con ciertos privilegios asociados a ellos, y tampoco perteneció a dicha estirpe mirandesa, sino que su origen hay que ponerlo en relación con la acaudalada familia de los Vizcaíno, enriquecida en las Indias.

El proceso constructivo se conoce gracias al profundo estudio de Pilar Andueza Unanua. Lo mandó edificar el mirandés Juan José Vizcaino y Vizcaíno, caballero de Santiago y maestre de campo de Infantería, que tomó parte en numerosas acciones de guerra y consiguió asiento en Cortes en 1691, y también la alcaldía del palacio real de Pamplona en 1710.

En 1695 dieron comienzo las obras sobre unos terrenos que habían venido adquiriéndose desde cinco años antes. Los trabajos corrieron a cargo de los canteros Bautista Zabala y Juan de Larrea, que continuó en solitario desde 1697. En 1700, estando todavía en pleno trabajo, el virrey expidió una cédula otorgando a Juan José Vizcaino la facultad de poder poner cuatro torres en los ángulos y cadenas en la puerta principal. Por su testamento, otorgado en 1736 cuando el edificio no se había concluido, se conoce que a su muerte deseaba destinarlo a la fundación de una obra pía, disposición que finalmente no se cumplió, pues su hija Fermina había contraído matrimonio, lo que anuló dicha controvertida cláusula.

Aunque el proyecto, quizás por el exceso de ambición de su promotor y por las disputas familiares, no llegó a terminarse enteramente, su monumental fachada barroca es una de las más bellas obras de la arquitectura civil de este estilo en Navarra. Se compone de tres cuerpos, articulados verticalmente por parejas de columnas salomónicas y separados por saledizas cornisas, que remata en una balaustrada simulada con un frontón en volutas coronado por una bola. Flanqueada por dos torres macizas cuadradas de las cuatro previstas en la obra original, destaca en el centro el escudo con las armas privativas de Juan José Vizcaíno, timbradas con corona como consecuencia del privilegio real obtenido tras un litigio contra la villa en 1699. Entre los vanos del frontis, adintelados y de tamaño decreciente en altura, destacan en el cuerpo central el balcón y el acceso principal, que están enmarcados por molduras con orejetas y un bocelón mixtilíneo, respectivamente.

En origen se concibió como palacio urbano en los límites de la villa, si bien a partir de la segunda mitad del siglo XX se construyeron las edificaciones en su entorno y se dedicó la parte trasera al local y patio de las escuelas municipales. La restauración, realizada entre 1994 y 1996, sustituyó por entero la carpintería de la fachada, en una decisión poco afortunada.