El palacio de Olite
Por Javier Martínez de Aguirre
EL PALACIO DE OLITE EN EL PANORAMA DE LOS PALACIOS GÓTICOS NAVARROS |
Galería Dorada y Gran Torre
El núcleo principal del palacio edificado por Carlos III se encuentra al sur de la iglesia gótica de Santa María. Construido entre 1402 y 1408, consta de una torre de planta irregular y grandes dimensiones, denominada en la documentación Gran Torre, a la que se añadió por su parte meridional una segunda torre algo menor, la Torre Nueva, con bóveda de cañón apuntado en su planta baja. Para llegar al piso noble de ambas torres se dispuso una amplia escalera de caracol, que fue conocida como Torre de la Vit (de la palabra francesa vis que significa escalera de caracol). Esta torre de escalera fue recrecida en exceso durante la restauración del siglo XX, siguiendo modelos castellanos.
Los muros de la Gran Torre fueron prolongados en su cara occidental a fin de conformar un espacio soleado a poniente, la Galería Dorada, donde dispusieron una arquería con delicada labra gótica, cuyos capiteles se adornan con hojarasca menuda y generalizada propia del gótico radiante. La Gran Torre y la Torre Nueva alojaban en su piso noble las estancias de mayor superficie de la ampliación, que también eran las más frecuentadas por los soberanos. En los palacios reales los niveles estaban perfectamente jerarquizados: el rey y la corte hacían su vida en la planta noble, desde donde podían acceder cómodamente a todas las dependencias. Cada torre contaba además con accesos independientes a las habitaciones más altas, a las galerías y a las terrazas.
Perdida la exquisita decoración interior de estas salas (a excepción de los yesos de los que tratamos en otro apartado), nos siguen admirando los dispositivos de circulación que garantizaban en toda ocasión la privacidad del monarca. La corte navarra administraba con atención quiénes compartían tiempo y espacio con el soberano. Hasta cinco puertas se abren en la estancia de la Torre Nueva, por cuatro en la Gran Torre, que comunican con otras habitaciones o con las galerías, en ocasiones mediante pasillos intramurales. Chimeneas para el invierno y grandes ventanales con bancos para contemplar los jardines y el paisaje constituían elementos imprescindibles del confort de la época.