Ujué

El santuario, la fortaleza y el pueblo de Ujué se sitúan en lo alto de una colina dominando la zona media de Navarra. El asentamiento humano en dicho lugar está ya documentado desde antes de la época romana, aunque el actual poblamiento surgió a finales del siglo VIII o principios del IX en torno a una fortaleza, puesto avanzado de defensa del reino de Pamplona frente al islam, que fue demolida tras la conquista de Navarra por Carlos I. En las mismas fechas surgió la iglesia, que sufrió diferentes remodelaciones a lo largo de la historia hasta configurar su aspecto actual. Como suele ser habitual en santuarios medievales, se vincula su fundación con el hecho milagroso del hallazgo de la imagen de la Virgen, en este caso con la ayuda de una paloma, de donde derivaría su nombre, que guió a un campesino hasta la cueva donde había sido escondida para salvarla de la invasión musulmana. Aunque no se sabe con certeza, se atribuye la concesión del fuero a Ujué en 1076 al rey Sancho Ramírez, quien también haría donación de la iglesia, junto otros templos navarros, al monasterio de Montearagón en 1093, dependencia que continuó hasta 1385. A lo largo de la Edad Media sufrió diversas vicisitudes que a punto estuvieron de ocasionar su despoblamiento, ante lo cual los reyes de la casa de Evreux le concedieron diferentes privilegios. Dicha dinastía estuvo muy ligada al Santuario y a la Virgen de Ujué, relación atestiguada por la voluntad de Carlos II de que su corazón fuese depositado en el santuario, por el regalo de Carlos III de una cáliz de plata y esmaltes, conservado hoy en el Museo de Navarra, o por las continuas peregrinaciones y romerías de Blanca I, quien instituyó en 1436 las novenas a la Virgen, disponiendo ser enterrada a los pies de la Virgen.