Pinturas del coro

En el muro del Evangelio, y oculta tras la caja del órgano, se conserva una pintura mural de época gótica, pudiendo ser datada entre 1340 y 1359, según modelos del gótico lineal avanzado. En ella se representa, dentro de un marco rectangular, la figura de la Virgen con el Niño. María, sedente, situada en postura de tres cuartos, ladea la cabeza de rostro dulce contemplando a su hijo, a quien sujeta con la mano derecha mientras que con la izquierda sujeta un ramo de lirios, símbolo de su pureza. Por su parte, Jesús se sienta de perfil sobre el brazo derecho de su madre, agarrando con sus manos una mariposa. Encuadran al grupo sendos escudos de los López de Gurrea y, bajo uno de ellos, muy perdida, se percibe una figura, probablemente el donante, que se ha querido identificar con uno de los abades del monasterio de Montearagón pertenecientes a dicha familia, Jimeno (1327-1353) o Pedro (1353-1359). En la parte inferior hay una inscripción –“Martinet de Sangüesa fizo esta labor”– alusiva al autor de la obra. A la derecha de este grupo se sitúa una escena de la que tan solo se han conservado la representación de tres personajes a caballo que se dirigen hacia el lado contrario de donde esta la Virgen. Los tres jinetes, dispuestos en una superposición de planos, muestran diferentes actitudes de susto y sorpresa ante la figura que se situaría ante ellos y que se ha perdido. Esta escena se identifica con el Encuentro entre los tres vivos y los tres muertos, leyenda medieval que advertía sobre la fugacidad de la vida y la necesidad de preocuparse por la salvación del alma. Este tema vendría reforzado por el hecho de que Jesús sujete en sus manos una mariposa, símbolo de la resurrección del alma. Sobre esta escena se sitúa una inscripción parcialmente perdida e ilegible.