La iglesia de Santa María de Ujué
Por Ignacio Miguéliz Valcarlos
Corazón de Carlos II
La voluntad de Carlos II de que su corazón fuese depositado en Ujué ha servido a lo largo de los siglos para justificar la vinculación que este rey mantuvo con el santuario y para atribuirle el patrocinio de las obras realizadas en época gótica. Sin embargo, en los sucesivos testamentos que otorgó el monarca, en los que siguiendo la tradición de los Capetos mandaba que su cuerpo fuese eviscerado y que sus entrañas, su corazón y su cuerpo fuesen depositados en diferentes templos, no se menciona Ujué. Debió de ser en el último de ellos, que no se ha conservado, en el que dispuso que su cuerpo fuese enterrado en la catedral de Pamplona, sus vísceras mandadas a Roncesvalles y su corazón a Ujué. El encargado de eviscerar y embalsamar el cuerpo fue el físico de Zaragoza Samuel Trigo. El corazón, guardado en un pichel de plomo envuelto en ricos paños de oro, llegó al santuario el 18 de enero de 1387, siendo colocado en el sotacoro. Poco después, en 1404, Carlos III encargó al maestro Jaymet la ejecución de una caja de madera de roble para contener el pichel con la víscera. Dicha caja, conservada en la actualidad, estaba pintada de rojo y decorada con las armas de Navarra y la inscripción “AQVI ESTA EL CORACO DL REY DO KARLES QUI MORIO EN PAMPL LA PMERA NOCHE DE JENERO L AYNO DE LA INCARNATO DE NRO SEYNNOR ML CCCOS LXXXª ET VI ET RRENO XXXVII AIÑOS ET AVIA LIII AINNOS IIII MESES ET XXII DIAS DIOS POR SU MERCE LI FAGA PERDON AMEN”. El corazón se colocó en el interior de la iglesia, en una hornacina con el frente cerrado por una reja de hierro sobre la puerta occidental, donde permaneció hasta que en 1851 la Comisión de Monumentos de Navarra decidió dignificarlo trasladándolo al sagrario de uno de los retablos laterales. En 1919 la caja fue restaurada y el pichel de plomo sustituido por un recipiente ovalado de vidrio, que dos años más tarde se colocó sobre una peana, enmarcado por sendos soldados, que apoya en cuatro leones. Estos son copia de los que se representan en el relicario del Santo Sepulcro de la catedral de Pamplona. Finalmente, en 1922, a petición de la Comisión de Monumentos de Navarra, se trasladó a su emplazamiento actual en un nicho en la pared del ábside central.
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