Santuario de Nuestra Señora de Codés
Introducción
Aunque se desconoce con exactitud su origen, el santuario de Nuestra Señora de Codés vivió su época de mayor esplendor durante el siglo XVII, alargándose esta etapa dorada en el Siglo de las Luces. Así lo pone de manifiesto la arquitectura del santuario y su dotación artística, junto con la documentación que constata en aquellas fechas el aumento de peregrinos y misas, así como la creciente recepción de limosnas y dádivas. Sin embargo, avanzado el siglo XVIII la situación de Codés comenzó a cambiar y a finales de la centuria se inició una decadencia que perduró prácticamente durante todo el siglo XIX. Con la invasión napoleónica y la guerra de la Independencia (1808-1814), el santuario sirvió de cuartel para tropas de ambos ejércitos, con el consecuente deterioro, y perdió su ajuar argénteo al ser requisado por los franceses el 6 de noviembre de 1809. El 26 de diciembre de 1837, durante la primera guerra carlista, el liberal Martín Zurbano saqueó el santuario de Codés, al considerarlo refugio de carlistas, e incendió la hospedería. La tercera guerra carlista (1872-1876) también incidió negativamente en el santuario, como se deduce de las palabras que el capellán Simón Valencia escribía al obispo en 1880: “Si no fuera por la torre que corona la iglesia, parecería Codés un edificio abandonado a la intemperie…; en tal mal uso están las habitaciones que quitan la devoción tradicional de venir a Codés”.
Sin embargo, la gran revitalización del santuario de Codés llegó con el nuevo siglo de la mano de la Cofradía Administradora del Basílica de Nuestra Señora de Codés, fundada en 1901 para fomentar el culto a la Virgen de Codés, conservar su iglesia y su hospedería, y procurar la santificación de todos sus miembros. Numerosos hechos testimonian el nuevo impulso del santuario: una multitudinaria peregrinación en 1904, la acuñación de medallas en 1905, la reedición del Ramillete de Juan de Amiax en 1906, o las suscripciones para un manto (1906) o para las coronas de la Virgen y el Niño en 1908 que se impusieron en solemne ceremonia al año siguiente. Los años diez estuvieron caracterizados por el arranque de los ejercicios espirituales dirigidos por los jesuitas, así como por las obras realizadas tanto en la iglesia como en la hospedería, que se inauguraron con gran boato en 1920. Ya en los años cincuenta se añadieron modernas dependencias en las caballerizas de la mano de Víctor Eusa, y en la década siguiente se sumó un tercer piso al conjunto. En fechas más recientes, entre 2007 y 2010, el Gobierno de Navarra contribuyó a la última intervención ejecutada, que afectó fundamentalmente a la fachada posterior, cubiertas, cierres y entorno.
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