El retablo mayor

Preside la iglesia un retablo de planta recta que ocupa toda la cabecera. Fue consagrado el 2 de julio de 1642. Su origen se sitúa dos años antes, momento en el que fueron entregados a Diego Jacinto Barrón 400 reales para su construcción. Si gracias a su generosidad se había podido ampliar la iglesia y sacristía tiempo atrás, ahora se encargaba de traer desde Madrid tres grandes lienzos para el retablo, correspondientes a la Anunciación, la Asunción y el Nacimiento, caracterizados todavía por una pintura lineal aunque ya con contrastes lumínicos.

Los pagos ejecutados en 1642 permiten conocer los artistas que trabajaron en este mueble y así sabemos que Diego Jiménez de Castrejana, escultor residente en Cabredo, hijo del escultor de Logroño Pedro Jiménez, formado en Valladolid con Gregorio Fernández, realizó las imágenes de san José, san Joaquín, santa Isabel, santa Ana y los dos ángeles superiores. El pedestal fue ejecutado por Jerónimo Chávarri, escultor también vecino de Cabredo, mientras el dorado del retablo correspondió a Diego de Arteaga, vecino de Villava.

El retablo, que presenta un estilo propio de la primera mitad del siglo XVII, es clasificado por el profesor Fernández Gracia como clasicista. En él se mezclan y dan cita elementos procedentes del Renacimiento, como la equilibrada distribución y compartimentación de cajas y escenas, heredado de talleres romanistas, con otros manieristas, ya protobarrocos, como se aprecia en las columnas entorchadas, en las ménsulas, en los motivos decorativos vegetales progresivamente más carnosos, o en los marcos con abundantes gallones.

El mueble consta de un doble banco sobre el que se alza un único cuerpo dividido en tres calles separadas por columnas entorchadas y coronadas por frontones triangulares. En las calles laterales se sitúan las pinturas de la Anunciación y el Nacimiento. La caja central, que cobija la imagen de Nuestra Señora de Codés, se remata con un frontón de buen tamaño que invade el ático y sobre el que descansan sendos ángeles recostados que evocan las tumbas mediceas de Miguel Ángel. Remata el conjunto un ático entre aletones y floreros que apoya sobre un pedestal en el que se sitúan, por parejas, los Padres de la Iglesia occidental: san Gregorio y san Jerónimo a un lado, y san Agustín y san Ambrosio en el otro. Sobre ellos se alza un gran lienzo de la Asunción entre columnas entorchadas con el tercio inferior acanalado. Se corona por un frontón semicircular partido sobre el que el que se alza un Crucificado.

La iconografía, indudablemente mariana, incorpora también otras devociones como se aprecia en el banco. Allí se sitúan santa Catalina y santa Bárbara en sendos lienzos apaisados que, junto con los relieves de san José y san Joaquín, flanquean el sagrario de factura moderna, situado delante de un lienzo central en el que figuran dos ángeles orantes. En el segundo nivel del banco se hallan en sendos relieves de formato oval apaisado los evangelistas, asociados por parejas: san Marcos y san Juan en el lado del Evangelio, y san Lucas y san Mateo en el de la Epístola. En el centro, los altorrelieves de santa Isabel y santa Ana acompañan a la pintura de santa Coloma, cuya presencia posiblemente haya que poner en relación con la devoción hacia esta santa en la zona (ermita en Mendaza) y en tierras riojanas (localidad de Santa Coloma cerca de Nájera).