La reja

Cierra la capilla mayor una magnífica reja de hierro, parcialmente dorada, que fue encargada en 1651 a Francisco Betolaza. Tenía este rejero su taller en Elgóibar, una de las localidades guipuzcoanas donde radicaron los mejores herreros del norte del país. Con sus rejas nutrieron buena parte de la arquitectura religiosa y civil barroca en el País Vasco, Navarra, La Rioja y Castilla. La reja fue llevada hasta Codés en mulas y se colocó en 1654, sustituyendo a otra anterior. El dorado del hierro correspondió a Diego de Arteaga, que empleó 5.000 panes de oro.

Consta la reja de tres cuerpos, cada uno con un tamaño y diseño diferente. El inferior, de mayor altura, acoge en el centro una puerta de dos hojas compuesta por diez largos balaustres de forja cincelada con dos mazorcas y un plato central dorados como motivo decorativo principal. En torno a él se distribuyen otros platos, también dorados, por encima y por debajo. La puerta ofrece un zócalo formado por pequeños balaustres que alternan con otros en forma de S. A ambos lados de la puerta se suceden balaustres similares, ahora apoyados sobre un pequeño pedestal de obra. Los cuatro barrotes correspondientes a los extremos son de mayor grosor y se rematan con capiteles vegetales. Un dintel decorado rítmicamente con flores doradas da paso al segundo cuerpo. En él, veinticuatro balaustres, iguales a los anteriores pero de menor altura, flanquean un motivo semicircular con barrotes dispuestos en forma de abanico en torno a un IHS. Otro dintel similar al mencionado da paso finalmente al último cuerpo, de perfil semicircular para adaptarse, como cierre, al arco triunfal. Una cruz central dorada queda flanqueada por tres balaustres a cada lado dispuestos horizontalmente.