Santuario de Nuestra Señora de Codés
Por Pilar Andueza Unanua
El santuario: iglesia y hospedería
El santuario está conformado por el templo y una extensa hospedería, denominada ‘casa’ en la documentación. Se trata de un vasto edificio, con planta en L y disposición horizontal que, pegante a la iglesia, la oculta parcialmente. Su fachada pétrea presenta tres niveles en los que se disponen rítmicamente abundantes vanos, así como dos accesos de medio punto. Enlaza física y morfológicamente, formando un ángulo, con el cuerpo que acoge el pórtico desde el que se accede a la iglesia. La hospedería fue levantada a lo largo de los siglos, tal y como atestiguan los documentos, si bien su aspecto actual se corresponde especialmente con las intervenciones desarrolladas en el siglo XX. En su interior destacan el zaguán y la escalera que responden a modelos barrocos del siglo XVIII.
El templo, asentado posiblemente sobre una ermita medieval de la que no han quedado restos, fue levantado en dos etapas constructivas a lo largo de la Edad Moderna. A finales del siglo XVI, hacia 1590, se erigieron los dos primeros tramos de la iglesia, como atestiguan sus bóvedas estrelladas de diseño similar. Sin embargo, con la creciente devoción hacia la Virgen de Codés, aquel espacio debió de resultar insuficiente, por lo que llegado el siglo XVII se hizo necesaria su ampliación. Se añadieron entonces dos tramos nuevos a los pies, cubiertos con bóvedas vaídas, y se levantó una nueva cabecera cuadrangular sobre la que voltea una cúpula sobre pechinas. A ello se sumó la construcción de una sacristía. El resultado global de ambas fases, tal y como puede verse hoy, fue una iglesia de nave única de cuatro tramos, con estrechas capillas laterales comunicadas entre sí, y una cabecera recta.
Estas obras de ampliación, cuya licencia fue concedida en 1636, se llevaron a cabo merced a diversos donativos, entre los que destacan los 1.300 reales entregados por el vecino de Vitoria Pedro de Álava y, sobre todo, los 300 ducados que ofreció Diego Jacinto Barrón y Jiménez. Caballero regidor perpetuo de la ciudad de Logroño, con su limosna quiso agradecer a la Virgen de Codés, a la que se había encomendado, la curación de una grave enfermedad tras haber sido desahuciado por los médicos. El 10 de septiembre de 1639 tuvo lugar la solemne inauguración de la iglesia ampliada con procesión, misa, sermón y coros, que se acompañó con comedias la víspera y esa misma tarde, tal y como recogió Pedro de Llanos Valdés en Capilla y Fiestas de Codés que a sus propias expensas erigió y celebró Don Diego Iacinto de Barrón y Ximenez, Regidor perpetuo de la Ciudad de Logroño. Una lápida situada a la entrada del templo, fechada en 1643, da testimonio de la generosidad de este devoto y de su esposa Jacinta Fernández de León.
Desconocemos qué artista llevó a cabo las obras de esta fase constructiva. No obstante, cabe la posibilidad de que las ejecutara el cantero Mateo de Lamier, vecino de Torralba, pues en 1614 estaba ampliando la casa del santuario y en 1640 se revisaban cuentas con él.
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