La catedral de Tudela: el edificio medieval
Por Javier Martínez de Aguirre
De mezquita a canónica románica
La catedral de Tudela constituye un magnífico ejemplo de una actuación frecuente en el devenir de la gran arquitectura medieval ibérica: la conversión de las mezquitas aljamas (las principales de cada localidad, destinadas a la oración comunitaria de los viernes) en canónicas o catedrales tras la conquista de las ciudades andalusíes. El caso tudelano resulta paradigmático. Una vez tomada por las tropas de Alfonso I el Batallador en 1119 y acordada la entrega de la mezquita en 1120, durante las primeras décadas el culto cristiano se desarrolló en las antiguas naves islámicas apenas modificadas (consta la edificación de un nuevo pórtico en 1125). Suponemos que, como en otros lugares, los conquistadores se habrían conformado con reorientar el espacio interior. Mientras los musulmanes tudelanos habían ocupado la sala de oración de la mezquita mirando hacia el Sur, los cristianos habrían preferido dirigir su atención hacia el Este, hacia Jerusalén, por lo que habrían colocado el nuevo altar, dedicado a Santa María y consagrado por el obispo Miguel de Tarazona, en el extremo oriental de la sala. En 1135 se documenta la existencia de canónigos que llevaban vida comunitaria. En 1140 Santa María de Tudela fue entregada a la catedral de Pamplona, pero pronto volvió a depender de la sede de Tarazona (1143).
El nuevo edificio tardorrománico, erigido en la segunda mitad del siglo XII, adoptó una fórmula habitual entre las grandes iglesias cristianas: la planta en forma de cruz. Fue iniciado por el exterior de la mezquita, en su parte oriental. El proyecto manifiesta una evidente familiaridad con las iglesias más avanzadas de su época en el Valle del Ebro. Verdaderamente monumental, se planificó con tres naves y una amplia cabecera de cinco capillas paralelas abiertas al transepto. La capilla central y las intermedias se diseñaron con muro de remate curvo, mientras las de los extremos se dispusieron con testero recto. Basta comparar la amplitud y altura del templo con las de otras parroquias urbanas navarras de localidades prósperas de la época, como Santa María de Sangüesa o San Pedro de la Rúa de Estella, para advertir que la ambición arquitectónica y la disponibilidad de medios económicos fueron desde el comienzo señas de identidad de la empresa tudelana.
Conviene insistir en esta cuestión, porque la actual condición de catedral de Santa María de Tudela podría hacer pensar que sus dimensiones y calidad se deben al deseo de erigir un edificio con las características propias de una catedral. Pero, como hemos apuntado, Santa María de Tudela era en el siglo XII una canónica no episcopal. Lo cierto es que no desmerece en el panorama de renovación arquitectónica tardorrománica que se extendió por la mitad septentrional de la península ibérica, movimiento al que pertenecen grandes fábricas como los espléndidos monasterios cistercienses (entre otros, los cercanos de La Oliva, Fitero y Veruela) o las catedrales de la archidiócesis tarraconense (Tarragona, Zaragoza, Lérida). La organización general y la disposición de puertas y escaleras en la nave del transepto tudelano recuerdan a Santa María de La Oliva. No es descartable que la cabecera tardorrománica de la Seo de Zaragoza fuera asimismo fuente de inspiración, si bien las modificaciones posteriores del templo aragonés impiden ratificarlo. La distribución de capillas de Tudela acusa una llamativa semejanza con un monasterio cisterciense castellano, Valbuena de Duero (Valladolid), presumiblemente posterior a Santa María de Tudela. El examen del alzado del edificio da pie a constatar nuevos vínculos. La distribución inicial de ventanas, unas estrechas con remate semicircular y otras circulares, posiblemente derive de la desaparecida catedral románica de Pamplona. En la capilla central y en las exteriores se erigieron bóvedas de crucería, las más avanzadas de su tiempo. Los nervios que culminan el ábside, de triple baquetón, convergen en el arco de separación con el tramo previo; los de los extremos muestran sección más sencilla, con moldura semicircular. Las capillas intermedias se cubren con bóvedas de horno y cañón apuntado.
Las obras avanzaron con rapidez. Las compras de solares se incrementaron entre 1156 y 1172. En 1186 se habla de casas “para el claustro nuevo”. Una vez terminadas las bóvedas tardorrománicas, las cinco capillas de la cabecera pudieron abrirse al culto. La dedicación del altar mayor probablemente tuvo lugar en 1188. Para proseguir con la elevación de las naves, fue preciso derribar el antiguo oratorio musulmán, lo que pudo comportar cierta ralentización. En 1228 se menciona explícitamente la obra de las campanas, quizá refiriéndose a las situadas en la torrecilla octogonal sobre la cabecera.
El arquitecto proyectó tres naves de altura desigual, cada una con cuatro tramos. Empleó pilares de un tipo muy habitual en la arquitectura tardorrománica ibérica, que estudiosos como Élie Lambert denominaron “hispanolanguedocianos”. En ellos, al núcleo de sección cruciforme se adosan parejas de semicolumnas en cada cara principal y fustes complementarios en los ángulos, pensados para recibir los nervios de las bóvedas de crucería. El examen de los muros, el análisis de los elementos constructivos (perfiles de nervios, tipos de ventanas, molduras, etc.) y la distribución de los capiteles revela que la edificación de las capillas fue seguida por los muros del transepto, los muros perimetrales de las naves y las tres primeras parejas de pilares, recurriendo siempre a soluciones propias de la arquitectura tardorrománica. Tanto las columnas de las esquinas en las capillas exteriores como el diseño de los pilares demuestran que desde el principio el arquitecto pensó en cubrir con bóvedas de crucería la mayor parte del edificio.
MARTÍNEZ ÁLAVA, C. J., Del románico al gótico en la arquitectura de Navarra. Monasterios, iglesias y palacios, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2007.
MELERO MONEO, M.ª L., La catedral de Tudela en la Edad Media. Siglos XII al XV, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2008.
MELERO MONEO, M.ª L., Escultura románica y del primer gótico en Navarra y Aragón: miscelánea de estudios, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2012.
VV.AA., La catedral de Tudela, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2006.