La catedral de Tudela: el edificio medieval
Por Javier Martínez de Aguirre
El claustro románico: galerías meridional y occidental
En los capiteles de la galería meridional la atención se focaliza sobre los últimos momentos de la vida de la Virgen y las vidas de santos. Al entierro de María sigue su resurrección, que se materializa en la visión del sepulcro repleto de hileras de flores, y la Asunción, con la figura femenina coronada enmarcada por una mandorla ondeada portada por ángeles. Vienen a continuación temas hagiográficos. El ciclo de San Pablo incluye las escenas de la caída y conversión (sin caballo) y la curación de la ceguera por Ananías. Tras un capitel no conservado viene el centrado en san Lorenzo, con las escenas del juicio y el martirio sobre la parrilla (la gesticulación visibiliza el conocido diálogo entre la víctima y sus verdugos). En el de san Andrés contemplamos, por un lado, la comparecencia ante la autoridad y, por otro, cómo se contorsiona el santo para que cada extremidad esté atada a un brazo distinto de una cruz normal, no aspada. En el de Santiago se desarrolla un breve ciclo con su juicio, decapitación y traslado en barca hasta Compostela. Por último, el de Juan el Bautista ofrece a la vista el banquete de Herodes, la danza de Salomé con vestido de largas mangas y haciendo sonar los crótalos, y la decapitación.
La galería occidental resulta menos sistemática. Hay capiteles con animales y vegetales cuyo sentido probablemente no iba más allá de lo decorativo, mientras la complejidad de otros ha hecho suponer que obedecían a una intención simbólica o moralizadora. Vemos animales afrontados, la caza del oso, una pareja de leones sometidos a una figura masculina central que los sujeta mediante sogas, avecillas que picotean cuadrúpedos, etc. Se completa la galería con algunos historiados: una posible representación de David y los músicos; en el pilar central, dos dedicados a san Martín (con la entrega de media capa al pobre y la posterior aparición de Jesucristo que en sueños le muestra el fragmento de tela compartido); y la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro, tan generalizada en ámbitos funerarios de época románica (el claustro tudelano sabemos que lo fue).
Marisa Melero, la más concienzuda estudiosa de la escultura románica tudelana, consideraba que las obras avanzaron en el sentido en que hemos descrito las galerías y que el principal escultor habría proporcionado los dibujos que sirvieron de base para esculpir la mayor parte de las cestas, pero no habría labrado personalmente todos los capiteles, sino que, tras haber tallado algunos de los de mayor calidad (en las galerías septentrional y oriental), habría encomendado otras cestas a colaboradores mientras él se responsabilizaba de otro gran encargo: el tímpano de la iglesia tudelana de San Nicolás, compatibilizando la dirección de la ornamentación escultórica de ambos conjuntos. La misma investigadora opinaba que el núcleo principal de los escultores que intervinieron en el claustro procedía del Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, donde identificó capiteles que recuerdan al modo de componer de los tudelanos, como sucede con el de las Tentaciones del parteluz central. Han sido descritos otros nexos compositivos y formales con la escultura de la cabecera de la seo de Zaragoza. Este vínculo, así como las noticias acerca de la consagración de la iglesia en 1188, llevan a situar la realización del claustro tudelano en los últimos años del siglo XII.
MARTÍNEZ ÁLAVA, C. J., Del románico al gótico en la arquitectura de Navarra. Monasterios, iglesias y palacios, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2007.
MELERO MONEO, M.ª L., La catedral de Tudela en la Edad Media. Siglos XII al XV, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2008.
MELERO MONEO, M.ª L., Escultura románica y del primer gótico en Navarra y Aragón: miscelánea de estudios, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2012.
VV.AA., La catedral de Tudela, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2006.