aula_abierta_itinerarios_42_titulo

La catedral de Tudela: el edificio medieval

aula_abierta_itinerarios_42_8_texto

La obra gótica: los Teobaldos

Muy frecuentemente los visitantes de la catedral de Tudela se ven sorprendidos por la luminosidad del interior, generada por la amplitud de los ventanales de la nave central cuyas parejas de lancetas bajo óculos fueron diseñadas y ejecutadas ya en época gótica. En efecto, en el siglo XIII lideró el proyecto arquitectónico un arquitecto con formación muy diferente de la de quien había proyectado el edificio tardorrománico. El nuevo maestro, sin embargo, decidió introducir las novedades adaptándolas sin estridencias a lo previamente construido. Quien observe con detenimiento los capiteles de los distintos pilares del templo identificará con facilidad el cambio de repertorio y quien compare los ventanales que iluminan las distintas naves no tendrá duda acerca del deseo de perforar los muros de la nave central en una medida muy superior a lo hasta entonces ensayado en el edificio. Aunque desconocemos la fecha exacta en que se produjo la renovación de los artífices, el nuevo repertorio de formas vegetales e historiadas está ya presente tanto en la Puerta del Juicio como en los capiteles altos del transepto. Predomina en estos espacios una hojarasca muy distinta, con hojas grandes e individualizadas, a veces con remates vueltos sobre sí mismos (los denominados crochets), propia de una nueva manera de hacer venida del otro lado de los Pirineos que por entonces se imponía en las grandes fábricas góticas. También vemos un nuevo tipo de personajes, de caras alargadas, cabellos de mechones voluminosos y vestidos con pliegues en uve, o bien cabezas humanas individualizadas en las esquinas, con rostros barbados o imberbes que llevan a pensar en el deseo de reproducir los rasgos específicos de personajes cuya memoria se quiso hacer perdurar. Pero no cabe sino insinuar esta intención protorretratística, imposible de verificar.

Se da la circunstancia, además, de que los capiteles correspondientes a los dos pilares occidentales de la iglesia fueron adornados con motivos realmente novedosos que permiten conocer con exactitud en qué momento se diseñaron. En torno a 1230, los pilares y pilastras occidentales estaban sin terminar. Sus capiteles se realizaron poco después de 1234. En ellos se encuentra el testimonio más antiguo del nuevo emblema heráldico de los reyes de Navarra creado por Teobaldo I (1234-1253). Como supo ver Faustino Menéndez-Pidal en varios estudios imprescindibles para conocer el nacimiento del escudo del reino, este monarca, sobrino y heredero de Sancho VII el Fuerte, en vez de continuar usando el águila, signo preferido de su tío, creó un nuevo emblema que mostraba su condición de rey de Navarra unida a la previa de conde de Champaña. El rey trovador ordenó su nuevo escudo partido en dos. En el lado principal, el diestro (a la izquierda del observador), el campo es completamente rojo (de gules llano, en el lenguaje del blasón). En la otra mitad se ven las armas del condado de Champaña: en campo azul, una banda entre dos cotizas (bandas más estrechas), las tres blancas (de plata). El escudo cuenta con barretas de refuerzo que parten del centro dibujando una cruz y un aspa, para encontrarse otras perimetrales. Este tipo de refuerzo se denominaba bloca y era habitual en los paveses de las personas de mayor categoría. Solía disponer de un adorno central, que en los capiteles tudelanos adopta forma de cuadrifolio con botón. Los capiteles se completan con hojas de viña, personajes e híbridos en animadas composiciones.

Los arcos situados sobre esos pilares, los muros de la nave central, con las amplias ventanas ya descritas, y las bóvedas de la nave central y laterales, todas de crucería sencilla, se ejecutaron en época gótica. Una referencia documental de 1261 menciona al que por entonces era “Maestro de las obras de Santa María”, de nombre Domingo Pérez. Es imposible saber desde cuándo estaba al frente de la edificación. Intervenciones posteriores todavía medievales se documentan en distintas partes de la iglesia, así como añadidos posmedievales que hacen de la catedral tudelana una obra singular, merecedora de visita y atención.

El material pétreo empleado en la construcción y otros factores han supuesto obstáculos para la conservación del edificio medieval. El hundimiento de la torre en 1676, episodio bien conocido, no es sino uno más en la larga lista de deterioros que han afectado a la fábrica en su conjunto o a elementos concretos. Las tareas de conservación han sido continuas a lo largo de los siglos, especialmente en el XX y comienzos del XXI, y habrán de seguir llevándose a cabo si queremos que las futuras generaciones puedan disfrutar de un conjunto monumental tan singular.

aula_abierta_itinerarios_42_8_imagen


 

aula_abierta_itinerarios_42_bibliografia

MARTÍNEZ ÁLAVA, C. J., Del románico al gótico en la arquitectura de Navarra. Monasterios, iglesias y palacios, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2007.

MELERO MONEO, M.ª L., La catedral de Tudela en la Edad Media. Siglos XII al XV, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2008.

MELERO MONEO, M.ª L., Escultura románica y del primer gótico en Navarra y Aragón: miscelánea de estudios, Bellaterra, Universitat Autònoma de Barcelona, 2012.

VV.AA., La catedral de Tudela, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2006.