Edificio: Colegio Santa María la Real (Hermanos Maristas)

Proyecto: noviembre 1951

Fin de obra: 1958. Inauguración: mayo 1960.

Ubicación: C. Sangüesa, 26 / C. Tafalla / Avda. Galicia

La Congregación de los Hermanos Maristas, asentada en Pamplona desde comienzos del siglo XX, conoció su primer emplazamiento en un edificio de la calle Navas de Tolosa antes de trasladarse al II Ensanche, donde ocupó una manzana de forma triangular entre las calles Sangüesa y Tafalla al contacto con la avenida de Galicia, en el límite sur de la trama urbana reticular.

Iniciado en 1951 e inaugurado en 1960, se trata del último gran proyecto y del último encargo religioso en Pamplona que recibe Eusa, quien parece ser consciente de esta postrera oportunidad de intervenir en la trama urbana con un edificio exento de gran volumen; de ahí su clara vocación ciudadana, al extender el edificio a lo largo de las dos fachadas a las calles del Ensanche, integrándose plenamente en el callejero.

El Colegio de Maristas adopta un carácter unitario y simétrico que manifiesta gran monumentalidad. Su planta simétrica se organiza de forma coherente y eficaz, con las aulas y salas de estudios orientadas hacia el patio que da al sur, y la capilla y el salón de actos ubicados en el espacio central, compartiendo protagonismo en su iluminación cenital y decoración lineal que remite a propuestas wrightianas. Con todo, la planta aparentemente académica oculta una voluntad mecanicista, presente en otros proyectos de la vanguardia europea de arquitectos como el italiano Giuseppe Terragni y el soviético Ilya Golosov.

La posición teocéntrica de la capilla no es la única constante compositiva del autor que manifiesta el edificio, dado que se suma a ella el protagonismo concedido a las esquinas y a los elementos centrales de las fachadas, además de su monumentalidad en relación al entorno urbano. Eusa sitúa la entrada principal en el ángulo entre las calles Tafalla y Sangüesa, orientada hacia el centro de la ciudad. En ella se distribuyen las dos alas del edificio, resuelto con una torre cilíndrica que articula su unión, conservando un cierto aire expresionista. Asimismo, las tres esquinas se rematan con torreones a modo de linternas, con pináculos clásicos decorativos.

Sin embargo, el lenguaje del arquitecto pamplonés ha cambiado y el resultado final se aleja de sus obras previas a la Guerra Civil. Así, las líneas curvas han ganado terreno frente a la geometría de ángulos rectos propia del expresionismo y conectan más con el incipiente racionalismo que manifestó Eusa en edificios como la Clínica San Juan de Dios. Se aprecia igualmente un mayor clasicismo en los elementos decorativos, como los pináculos que culminan los torreones de las esquinas o los motivos centrales de las fachadas. No menos significativo resulta el cambio de materiales, por cuanto el hormigón y el ladrillo rojo característicos de sus obras de preguerra son sustituidos ahora por la piedra arenisca y el ladrillo amarillo, de forma que el expresivo cromatismo da paso a un colorido más sobrio.

En el año 2009, los Maristas se trasladaron a un nuevo colegio en Sarriguren, por lo que el edificio quedó desocupado.