Una fachada inacabada

Gracias al texto del padre Alesón en los Anales de Navarra, sabemos que la fachada con forma de fortificación, con dos almenas-espadañas, se iba a completar con una escultura de san Ignacio con un emblema. Este es el texto del cronista:

Toda ella, que aunque es pequeña muy aseada, consiste en los adornos de la arquitectura, en que tienen su cebo los ojos; pero no faltan otros que pueden ser pasto más delicado y aún delicioso de los entendimientos. Estos son muchos jeroglíficos expresivos del sujeto. Solo pondremos aquí el más potente de todos por estar esculpido en el pedestal en que se ha de plantar la estatua militar de mármol de nuestro glorioso capitán, armado, como estaba cuando fue herido y cayó de aquel mismo puesto, y está en lo más alto, en medio de la fachada almenada, en remedo de castillo antiguo. El cuerpo de esta empresa es una planta de trigo muy lozana, cuyo deshecho cae en tierra, y el alma de la empresa consiste en esta letra tomada del Evangelio: Cadens in terram multum fructum affert (Joannes cap. 12).

Parte de esa inscripción se repite en el óvalo decorativo central que contenía el IHS, obra de Juan Miguel Goyeneta (1743). En su inscripción inferior todavía se lee: Nisi granum frumenti cadens in terra mortuum fuerit ipsum solum manet (Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto) (Juan, 12, 24-26).

El conjunto es muy sencillo, en base a un gran paramento rectangular enmarcado por pilastras de orden gigante, en el que se sobreponen tres vanos de medio –puerta adintelada y dos ventanas con sus rejas de la época–, el gran óvalo realizado en 1743 por el mencionado Juan Miguel Goyeneta y sendos tondos con un yelmo y armas en su interior. Corona el conjunto las dos espadañas de ladrillo, a las que hemos visto que se les daba el significado de almenas del recinto amurallado.