Ruta por los retablos baztaneses del siglo XVIII
El sobresaliente conjunto de Lekaroz
Los retablos de Lekaroz son también obra de Silvestre de Soria. Los mecenas en este caso fueron los Jáuregui y Aldecoa del palacio de cabo de armería de Oharriz. Los tres hijos de la casa alcanzaron celebridad: don Agustín (1711-1784), que siguió la carrera militar llegando a ser virrey de Perú; don Pedro Fermín (1708-1777), canónigo y arcediano de la Cámara de la catedral de Pamplona; y el tercero, Francisco Martín (1697-1768), con una exitosa carrera en los negocios en la Corte madrileña y al amparo de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros. En la promoción artística destacaron los dos últimos. Don Pedro Fermín, además de haber costeado la decoración del gran conjunto de la sacristía rococó de la catedral de Pamplona, regaló varios relicarios, ornamentos y esculturas de Luis Salvador Carmona a la parroquial de Lekaroz, costeando los retablos colaterales, obra de Silvestre de Soria, junto a su hermano Francisco Martín. Este último, tras haber sufragado esculturas del mismo maestro en la Real Congregación de San Fermín de los Navarros en Madrid, ofreció sendas tallas de san Bartolomé y san Matías a la misma parroquia donde fue bautizado.
El retablo mayor es el más complejo desde el punto de vista tipológico y fue realizado entre 1762 y 1767. Primó el deseo de cubrir la totalidad de la capilla mayor con la gran máquina escenográfica. Se proyectó como un gran tríptico con la calle central más destacada tanto por su enmarque entre columnas como por su altura, destinada al gran sagrario-expositor y al grupo escultórico del martirio de san Bartolomé, inspirado en el mismo tema de un grabado al aguafuerte de José Ribera, de 1624. En las dos alas laterales se veneran las imágenes de san José, donativo de don José de Echeverría y Larreche entre 1756 y 1758, y la de san Bartolomé, obsequio de don Francisco Martín Jáuregui (1753-1756). Al igual que en Azpilkueta, las esculturas precedieron a la confección de los retablos.
Las credencias con sus pinturas están ubicadas a los lados del gran tríptico. La que tiene por titular a la Virgen de la Soledad fue costeada, entre 1770 y 1772, por don Juan de Iturralde, dueño del palacio de Aroztegi, mientras que la de la Piedad o Descendimiento de la cruz sería dádiva del arcediano don Pedro Fermín de Jáuregui que, por devoción a aquel paso de la pasión de Cristo, regaló el Descendimiento de la cruz con Nuestra Señora de los Dolores, su bulto y dorado.
Los retablos colaterales, dedicados a la Virgen del Rosario y santa Bárbara, fueron costeados, entre 1762 y 1767, por los hermanos Pedro Fermín y Francisco Martín de Jáuregui, antes citados, el primero arcediano pamplonés y el segundo hombre de negocios en Madrid que vino a pasar sus últimos años a Lekaroz, sufragando en 1748 el palacio familiar. La escultura de la Virgen del Rosario, obra de Carmona en 1756, fue donativo del canónigo don Pedro Fermín de Jáuregui. La imagen de santa Catalina es de inferior calidad, seguramente obra de Martín de Ontañón, anotada como regalo de Francisco Martín, 1770, pero seguramente realizada entre 1762 y 1767.
Respecto a los artistas del conjunto, para lo referente a Silvestre de Soria nos remitimos a lo que hemos anotado en los retablos de Azpilkueta. Por lo que se refiere a Luis Salvador Carmona, recordemos que es considerado como una de las figuras cumbre de la escultura española, que exportó desde la Villa y Corte numerosas obras por toda la geografía peninsular. Nació en 1708 en Nava del Rey (Valladolid) y aprendió su oficio con el escultor Juan Villabrille y Ron. Sus mejores obras son las esculturas en madera policromada, en las que se dan cabida los postizos, como los ojos de cristal. Su arte se caracteriza por el realismo, evitando crudezas y haciendo amables las expresiones. El catálogo de su obra es largo en número, se extiende en el tiempo, prácticamente hasta su muerte en 1767, aunque siempre mantuvo un estilo constante en la virtuosa ejecución.
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